MAÑANAS DURANTE AÑOS
JUAN BEAT
El sábado
por la mañana se me ocurrió borrarme de face-fuck y hotmail, después de hacerlo me sentí reconfortado;
cuántos años no prescindí de todos esos artilugios tecnológicos, era mejor
antes, con un discman, una carpeta de cds originales y un par de libros en la
mochila. A veces quisiera regresar a esa sencillez y monotonía, el mismo
recorrido por el metro, con los audífonos a todo volumen y perdiéndome de toda esa salvaje gente que solo
por inercia andan a sus trabajos o a sus citas de amor. Como me hubiera gustado algún día enfrentarme a una mujer, pelar, decirle todo lo que podría
odiarla y ella recordándome lo egoísta
que soy, para después de breves
silencios, mirarnos y sin decir mucho
caminar hacia un hotel barato para
olvidar todos los desamores presentes… pasados, y simplemente
follar; que bueno es simplemente el sexo, sin preocuparse de más sobre el amor
o los desencantos tras años de alguna
relación. Ray Loriga tenía razón cuan leí Tokio ya no nos quiere: “No hay nada mejor que follar con una mujer
triste”, a esas mujeres no les importa más que llegar a un orgasmo, al
final nunca recibí un abrazo de las mujeres tristes, pero no me importó, esos
momento eran los únicos en los cuales
algo funcionaba. Las peleas, los lloriqueos, los arranques impulsivos dentro
del auto pasaban a segundo plano cuando veía sus rostros de satisfacción al
penetrarlas, aun cuando después de
retirarme el condón todo volvía a la normalidad, la frialdad, la locura y la
incertidumbre. No obstante, yo sabía que hasta “el final” y aún con enojos,
habría un poco más de sexo sin pretensiones amorosas durante los 5 o 20 minutos que durara; creo nunca he
sido un buen “amante”, pero algunas veces funcioné bien, mi vieja cámara de
video solo corría y corría la cinta, es
“el mejor” testigo de mis buenos momentos como un tipo que sabía follar.
Ahora no se follar, no se querer, tampoco se pertenecer, no puedo
presumir tampoco de total fidelidad, incluso estando con Ayesha, alguna vez
intenté desesperadamente vincularme con una mujer que mucho tiempo atrás me
gustaba, me decepcioné, la vi acabada, y aunque dormimos juntos y
desayunamos unos horribles chilaquiles
que ella preparó; no pasó más allá de quitarme los pantalones para ponerme un
viejo y raído pants morado de ella. Mientras desayunaba esas horrible masa,
llamó Ayesha, le inventé cualquier cosa, no quise que supiera que aún estando
con ella me sentía tremendamente solo, tanto como para dormir con un mujer que había visto un par de
veces y le engañé que sabía perfecto italiano, ja… yo solo sabía decir: “Mi sei entrata nel cuore come un colpo di coltello”. Ella no se enganchó, menos yo, ha
sido una de las citas más patéticas que he tenido. Y así con Grissa, con Lorena
y con Aide, alguna vez tuve una
infidelidad. Cuando aún Idalia estaba conmigo, Cinthia, Rebeca y Rosalba
insistían en algo, seguro solo era meterles mano y olvidarnos, sin embargo, aún
sabiendo que esa relación era como una canoa a la deriva, no pensaba más que en la
satisfacción inmediata, como todo un “ser humano” en una teoría de elección,
para qué elegir lo que a largo plazo me daba más seguridad, yo solo necesitaba
mi dosis diaria. Actualmente me siento como una rata en una tina llena de agua con indefensión aprendida, no
tengo ningún control de las consecuencias de
mis actos, haga lo que haga, todo estará igual.
Soy un villano, el antagonista de
noches “felices”, nunca he buscado eso,
solo desearía follar y después recibir un abrazo mientras duermo plácidamente. Si
después “ella se va” está bien, no soy ni si quiera un buen amante, menos, un
hombre al que se le dediquen mañanas durante años.