miércoles, 15 de mayo de 2013

CARRETERA SIN RUMBO

CARRETERA SIN RUMBO

JUAN BEAT


Nunca he aprendido a renunciar a estar con alguien, quizá hubiese sido o sería sano hacerlo, pero siempre estoy al límite, como cuando piso el acelerador del viejo spirit, no importa el gasto de gasolina, lo que vale es arrancar antes que el bmw al lado, aunque después lo vea alejándose rápidamente, así como luego veo como se alejan mis  amores, aunque ya creo que eso del amor es toda una falacia, o es una ilusión que nos creamos para no sentirnos solos, sin embargo al final la soledad nos arranca quizá la mitad de la vida cotidiana; yo no he estado con Arlette todo este tiempo por soledad, pero  curiosamente, al no verla me deja un sentimiento de  profunda tristeza,  y es cuando me doy cuenta que renunciar es una opción. Y no es que esté renunciando a lo que siento, solo a aprender a hacer válido el desapego; Arlette se comporta más budista que la misma Grrissel que se creía la reencarnación del dalai lama, a mi me molesta mucho eso, el desapego, pero quisiera aprenderlo, quisiera sentir como Arlette, pero no, siento como juan beat y eso lo jode todo. Tanto como cuando cometí el error de comenzar a salir con  mujeres debido al abandono de Arlette, y no es que me gustaran realmente, solo mostraban atención por mi, incluso me hablan de “amor” después de unos tragos, lo dudé, porque yo no creo poder  provocar ese sentimiento; ja… claramente lo demuestra mi historial de relaciones emotivas, si hubiese provocado eso, ya Arlette hubiese querido hacer una vida conmigo, pero no, ninguna más que la compasiva de Grissel lo pensó; y ya no estoy pensando mucho en eso, más bien me siento como  una rata del laboratorio en un programa de extinción de la conducta; en ocasiones, pienso que Arlette pertenece a un programa de  investigación y soy el perfecto sujeto para saber si a un ser humano necio, mal humorado, negativo, enloquecido y con apego se le puede modificar la conducta y convertirme en  un ser absolutamente sin apegos, dispuesto a salir a la calle con una toalla naranja y poner mi mente en blanco; cabe la posibilidad de que pase, después de tantas veces de confrontarme a ese sentimiento de tristeza ante la ausencia de Arlette, puede ser que mi apego se extinga; puede ser que Arlette sea quien con dolor arregle mi karma.

Todo es tan incierto que quizá de un día para otro renunciar sea mi única opción, y si Arlette logra eso, seguro ella será la verdadera santa, mucho más que John Coltrane y  sus analgésico combinados con scotch y codeína  para no “sufrir”. Trane cambió mi vida y hasta ahora Arlette también, aunque no se que rumbo tome todo esto. Exactamente me siento en una carretera sin rumbo.