GAME OVER
Juan Beat
Después
de tanto alcohol, no pensé que me llegaría la idea de cuidarme; hace muchos
años encontré un desencanto en mi vida, en las relaciones afectivas y demás
situaciones. Ya tengo 40, y en mi parafernalia suicida, nunca pensé llegar a
esta edad; sin embargo, hace ya semanas que me he sentido jodido, y no ha sido
ninguna sorpresa: el alcohol combinado con la hernia hiatal y la úlcera
gástrica me llevaron a pérdida constante de sangre y como resultado, una anemia
que me hacía sentirme cansado, con dolor en los huesos y lo peor,
entumecimiento de mis manos, pies y horribles calambres; que, por experiencia
familiar, siempre he temido a una embolia o un ataque cerebral. Hace un par de
años, exactamente , antes de
ridiculizarme en aquella primera convocatoria de master (shit) chef,
temí sucumbir con una problema cardiaco; y no es que sea muy “hombre”, soy
flojo para ir al médico, pero tuve que ir por el temor a quedarme con la mitad
de mi jodido cuerpo inservible, al final
no fue nada de eso, solo un maldito cúmulo de presiones y terminando la mierda
esa en la que me metí de master shit, desaparecieron las extremidades dormidas,
la sensación de mareo y dolor de cabeza.
Seguí
con la rutina del bebedor, no paraba con vodka, mezcal, tequila, scotch o
bourbon, y todo eso me hacía sentirme confortable, con un pie y medio en la
carretera de la desolación y en mi futuro “llegando a las vegas”; más aún
recordando a dos buenos amigos. Luis Martignon quien murió por el impacto de un
auto, y Javier Ortíz, quien se encerró en su cuarto, bloqueó la chapa, dio play
a Bowie y esperó al final de la botella de scotch ---esa que quedó pendiente
entre nosotros para armar un fanzine----.
Me
enfermaba seguido, con diarreas interminables, vómitos de lo más profundo de mis entrañas; incluso , en los ensayos de “los
viejos puercos band”, llegué a sucumbir ante el scotch barato; y no me importó,
la inercia de vida seguía con tragos de scotch desde las 6 am, cervezas por la
tarde y bell´s o jimbeam a todas horas. Honestamente no es que me preocupe
tanto por mi, y aunque dependo de muchas formas de gente cercana, se que al
menos mi padre y los gatos enloquecidos aún me necesitan; nadie más. He sido
“defraudado”; aunque teniendo autocrítica, más bien he sido correspondido a mis
actos, a lo que seguiré llamando hasta que me alcance la muerte: mi forma beat
de llevar la vida.
Gatos
se han muerto: la lagañas, el gato siamés, el roñas, la brycnis, la chuleta,
gato gris, aquella gatita que maltrataban donde dejaba el auto a pensión… y la
gatota, una gata negra que llegó sin más, después de escapó y regresó preñada,
y así comenzó todo; entendiendo como va la vida con seres nocturnos, con
desapego y llenos de malicia. Pensé me había convertido en un gato, en el
reflejo de esa gata negra que pudo morir en el parto de sus gatitos locos, pudo
morir de leucemia, pudo morir del ataque de pulgas, pudo morir de caer 10
metros… no lo hizo, estuvo cuidando mi deseo de “llegar a las vegas”, hasta que
hace meses, la edad -----unos 15 años---- la hizo sucumbir. Esa gata conoció a
la gente más horrible de mi vida, y a
las más entrañable también; esa gata vio morir a vecinos indeseables, vio como
se jodían todos esos seres horribles y recordé cuando sir William me dijo: la
gente se jode sola, no deberías preocuparte más… Y lo he comprobado, aquellos
fastidiosos en mi vida se han “eliminado” como en un videojuego, incluso las
mujeres han llegado a un “game over”.
Hace
días, mientras yo padecía de la anemia y me quejaba de no poder beber más, de
no poder follar más, de solo confiar en mi gente cercana y los gatos; aún
espantando las moscas de la planta que tiene los restos de la gatota, un
vecino, con 3 o 4 años menos que yo sufrió de un derrame cerebral. Seré
honesto, el sábado pasado, después de regresar de escuchar en vivo a
Vanesa Martín, solo quería llegar a casa y dormir. Me costó trabajo,
entre lo aturdido de la acústica mierda del lunario y mi vecino casi hijo de
satanás con black y mierdas de esas que escuchan los metaleros, sufrí para
dormir, pensé en lo que me ha dicho sir William siempre, y quise que se jodiera
aquel vecino, eran las 3 am y no cedía en su alabanza a satán… un día después
ni el “representante del mal”, lo ayudó, hasta hoy ya en una semana, ha
sufridos dos ataques cerebrales, no le pronostico buena vida… y para ser justos
yo solo me doy un tiempo más; aún no se si cuidarme, si dejar de beber, si
dejar los rencores o emular a Javier Ortíz, quizá no tenga arrestos para
hacerlo, pero de un borracho beat se puede esperar cualquier cosa.
Odio
la redención, quizá no beba más alcohol, pero encontraré la forma de
destruirme…