jueves, 27 de abril de 2017

GAME OVER

GAME OVER

Juan Beat

Después de tanto alcohol, no pensé que me llegaría la idea de cuidarme; hace muchos años encontré un desencanto en mi vida, en las relaciones afectivas y demás situaciones. Ya tengo 40, y en mi parafernalia suicida, nunca pensé llegar a esta edad; sin embargo, hace ya semanas que me he sentido jodido, y no ha sido ninguna sorpresa: el alcohol combinado con la hernia hiatal y la úlcera gástrica me llevaron a pérdida constante de sangre y como resultado, una anemia que me hacía sentirme cansado, con dolor en los huesos y lo peor, entumecimiento de mis manos, pies y horribles calambres; que, por experiencia familiar, siempre he temido a una embolia o un ataque cerebral. Hace un par de años, exactamente , antes de  ridiculizarme en aquella primera convocatoria de master (shit) chef, temí sucumbir con una problema cardiaco; y no es que sea muy “hombre”, soy flojo para ir al médico, pero tuve que ir por el temor a quedarme con la mitad de mi  jodido cuerpo inservible, al final no fue nada de eso, solo un maldito cúmulo de presiones y terminando la mierda esa en la que me metí de master shit, desaparecieron las extremidades dormidas, la sensación de mareo y dolor de cabeza.

Seguí con la rutina del bebedor, no paraba con vodka, mezcal, tequila, scotch o bourbon, y todo eso me hacía sentirme confortable, con un pie y medio en la carretera de la desolación y en mi futuro “llegando a las vegas”; más aún recordando a dos buenos amigos. Luis Martignon quien murió por el impacto de un auto, y Javier Ortíz, quien se encerró en su cuarto, bloqueó la chapa, dio play a Bowie y esperó al final de la botella de scotch ---esa que quedó pendiente entre nosotros para armar un fanzine----.

Me enfermaba seguido, con diarreas interminables, vómitos de lo más profundo de  mis entrañas; incluso , en los ensayos de “los viejos puercos band”, llegué a sucumbir ante el scotch barato; y no me importó, la inercia de vida seguía con tragos de scotch desde las 6 am, cervezas por la tarde y bell´s o jimbeam a todas horas. Honestamente no es que me preocupe tanto por mi, y aunque dependo de muchas formas de gente cercana, se que al menos mi padre y los gatos enloquecidos aún me necesitan; nadie más. He sido “defraudado”; aunque teniendo autocrítica, más bien he sido correspondido a mis actos, a lo que seguiré llamando hasta que me alcance la muerte: mi forma beat de llevar la vida.

Gatos se han muerto: la lagañas, el gato siamés, el roñas, la brycnis, la chuleta, gato gris, aquella gatita que maltrataban donde dejaba el auto a pensión… y la gatota, una gata negra que llegó sin más, después de escapó y regresó preñada, y así comenzó todo; entendiendo como va la vida con seres nocturnos, con desapego y llenos de malicia. Pensé me había convertido en un gato, en el reflejo de esa gata negra que pudo morir en el parto de sus gatitos locos, pudo morir de leucemia, pudo morir del ataque de pulgas, pudo morir de caer 10 metros… no lo hizo, estuvo cuidando mi deseo de “llegar a las vegas”, hasta que hace meses, la edad -----unos 15 años---- la hizo sucumbir. Esa gata conoció a la gente más horrible de mi vida, y  a las más entrañable también; esa gata vio morir a vecinos indeseables, vio como se jodían todos esos seres horribles y recordé cuando sir William me dijo: la gente se jode sola, no deberías preocuparte más… Y lo he comprobado, aquellos fastidiosos en mi vida se han “eliminado” como en un videojuego, incluso las mujeres han llegado a un “game over”.

Hace días, mientras yo padecía de la anemia y me quejaba de no poder beber más, de no poder follar más, de solo confiar en mi gente cercana y los gatos; aún espantando las moscas de la planta que tiene los restos de la gatota, un vecino, con 3 o 4 años menos que yo sufrió de un derrame cerebral. Seré honesto, el sábado pasado, después de regresar de escuchar  en vivo a  Vanesa Martín, solo quería llegar a casa y dormir. Me costó trabajo, entre lo aturdido de la acústica mierda del lunario y mi vecino casi hijo de satanás con black y mierdas de esas que escuchan los metaleros, sufrí para dormir, pensé en lo que me ha dicho sir William siempre, y quise que se jodiera aquel vecino, eran las 3 am y no cedía en su alabanza a satán… un día después ni el “representante del mal”, lo ayudó, hasta hoy ya en una semana, ha sufridos dos ataques cerebrales, no le pronostico buena vida… y para ser justos yo solo me doy un tiempo más; aún no se si cuidarme, si dejar de beber, si dejar los rencores o emular a Javier Ortíz, quizá no tenga arrestos para hacerlo, pero de un borracho beat se puede esperar cualquier cosa.



Odio la redención, quizá no beba más alcohol, pero encontraré la forma de destruirme…