miércoles, 16 de marzo de 2016

NAUSEAS

NAUSEAS

Juan Beat

"El beso"
Cutter y tinta sobre papel de carnicero
Javier Molinero
1991

Cada vez envejezco más, ni si quiera puedo ya beber, el pasado fin de semana pasé una madrugada tortuosa; que triste es no despegarse del retrete, vomitando… y esperando a que cada visita al baño sea la última, quizá, como el último trago, quizá como la última mujer cuidándome, limpiando la sangre en la comisura de mis labios después de vomitar. Se que es inevitable, incluso no se cuántas veces lo he repetido y no es que sea un vidente, pero la soledad y la enfermedad me rodean; simplemente es cuestión de modo de vida. ¿Las esperanzas? Se fueron en cada visita al retrete, ni si quiera ahora tengo ánimos de beber, me da miedo despertarme por la madrugada y sentir náuseas y saber que incluso el alma se va en cada descarga de lo poco que queda de mi estómago. Me he servido un par de tragos de scotch y me siento fatal, me da vueltas la cabeza y las nauseas regresan; eso se llama aversión condicionada, espero curarme pronto. Muchas personas han querido que deje de beber, que no sea un irresponsable ebrio y necio queriéndome quedar en cualquier lugar para seguir alimentando mis fantasmas y fantasías de lo que nunca seré, y lo logró un malestar estomacal… ahora prefiero un suero con electrolitos, a todas horas lo tomo, como mi eterna cerveza o como el scotch que me reconforta. ¿Soy un patético… o soy un vejestorio?  Las dos cosas seguramente, es tiempo de dejar de beber, solo este trago y en verdad suplico por no visitar el retrete una vez más.


Los retretes son para ebrios solitarios, son para los descorazonados a los cuales su “concepto de alma” les importa lo mismo que aquella cantina llamada la “apestosa”, el salón Orizaba, en donde cualquier conciencia terminaba destrozada… y todo por un par de tragos en la úlcera gástrica.

miércoles, 2 de marzo de 2016

NO

Juan Beat

No tengo ganas de ordenar mis maletas,
no quiero juntar gato por gato y subirlos a una camioneta del olvido,
no quiero destruir las botellas vacías de jim beam,
no quiero conducir solo en una carretera de  desesperanza,
no quiero regresar a casa y que estés bajo lágrimas,
no quiero darle play  a una canción sin tu sonrisa,
no quiero por las mañanas pelear por mis mensajes de texto,
no quiero esconderme,
no quiero follarme a una desconocida en una lejana ciudad,
no quiero irme;
pero tampoco quiero ser una sombra,
un mal actor,
no se actuar,
no se mentir,
tú lo sabes todo,
por eso,
hay que darnos un tiro día con día,
bebernos hasta terminarnos,
luchar con la conciencia,
y con el malestar en las entrañas;
quizá solo así,
podamos estar juntos,
sin reproches,
hasta que llegue el momento
del infierno,
de quedar  en la tumba de los que se olvidan
y se reconocen en un recuerdo
del primer beso

y del último antes de partir.

martes, 1 de marzo de 2016

“RUMBO AL OLVIDO”

“RUMBO AL OLVIDO”

Juan Beat

Ilustraciones: Javier Molinero

Siempre he huido de la palabra redimir, y curiosamente ahora que he tenido tiempo de hacer flash backs de mi vida “amorosa”, me doy cuenta que , todas las mujeres que han pasado a mi lado algo significativo se han redimido; sus vidas se convirtieron en algo normal, se buscaron un buen tipo, se casaron, tuvieron hijos, sus trabajos las convirtieron en cyborgs, y toda la mala y enloquecida influencia que yo les compartía, la mandaron a la mierda… afortunadamente. No creo que sea casualidad que hasta la mujer más ebria, adicta, deprimida, haya encontrado la paz al no estar conmigo; antes no lo entendía, para mi era una afrenta y aunque si “nos hemos usado” para diferentes propósitos, en el caso de ellas, la mayoría no me necesitaban para “el amor”; yo me convertía en un especie de weirdo que más o menos les entendía, que más o menos  me las follaba, que más o menos las hacía que dejaran de lado por instantes su sombrío ser. No es malo ser sombrío, yo también lo soy, pero no escondo mis más profundas debilidades, mis rencores y odios, mis manías, mi fraudulenta sapiencia; realmente no se nada, aunque la verborrea me ha servido, no conozco más que fracaso tras fracaso, en ese sentido si nunca he mentido: se que soy un perdedor y como tal comporto… y nada de pensar en redimirme.
 
Y no se puede estar con un perdedor, por más que fluya “el amor”, “la costumbre”, el simple hecho de la inercia afectiva; no suelo dar paz a ninguna mujer. Siempre estoy en guerra, sospechando del prójimo, del que no conozco y un poco del  que si; aunque suelo ser confiado con mi gente cercana, tengo amigos y amigas de más de 20 años, son mis incondicionales, no hace falta decirlo, ell@s lo saben.

Y no solo no les doy paz, soy como un ente del bajo astral que se apodera de repente de ellas, con mis malas influencias de todo, malos hábitos, malas decisiones… nunca es mi intención, pero destrozo a cada mujer que me da su confianza.


Una vez más me dijeron que la vida se me va ya, y no soy nada, no tengo un patrimonio, ni si quiera se como sobrevivir, y quizá sea porque cuando me di cuenta que no me gustaba estar en este tiempo/espacio fue a temprana edad, y aunque luché intentando ser una persona ejemplar, terminé derrotándome. Ahora ya es tarde para arrepentirme de llegar a los 40… “que la vida se vaya, que tome el rumbo del olvido”, pero nunca pensaría en redimirme.