DHARMA
Juan Beat
Nunca
me saqué una foto en la torre Eiffel, ni
en la fontana de trevi o en la Cibeles
en Madrid, y no lo hice porque odio las fotos, es decir, odio verme reflejado
como un monstruo en un papel fotográfico o en la pantalla de una web cam, no
creo que sea importante estar parado con
una sonrisa falsa y pose tras el lente
de, en el mejor de los casos, alguien
que sepa enfocar. Miierda, ya ahora las
digitales lo hacen todo, incluso deberían vincular a personas y enamorarlas en
sus perfiles de Facebook;
empiezo a odiar también eso del face, todo es tan superficial, como quedar con alguien. Mi Facebook está lleno de
falacias y deseos mal encaminados y peor si bebo y estoy
conectado, si alguien hackeara mi face, se sorprendería de
tantas pláticas sobre
sexo, no se si sería buena idea algún día quedar follar y olvidar. Al final ya me decidí como “Grissa” por el desapego;
se que lo repito muchas veces, pero ella
me dejó y me olvidó ante un libro del dalai lama (no se si grissel, se dio cuenta
de lo mierda de ese tipejo, tiene todo, menos desapego).
Yo
ya estoy experimentando el desapego, por cuestiones prácticas el face-fuck
sirve, más para esas “esas cosas de
literatura”, pero quizá un día lo dejaré
del todo, machacaré el celular y me refugiaré en mi pequeño mundo lleno de
falacias y gatos rondando hasta en mis sueños, como estos últimos días que he
soñado con Grissel; no se si sea una señal sobre el desapego, si es así, estoy
convencido de olvidarme de amoríos. Alguna vez pensé en una vida con
Arlette, y aunque es una santa no le gusta los gatos, no se conmueve con la
chicharita o la lagañas acomodándose en su bolso; estoy
dispuesto a irme lejos para experimentar
el desapego. Las cosas nunca me han funcionado con mi forma de querer,
ahora es tiempo de cambiar e ir por el dharma como Kerouac ; si lo
consigo, quizá me reconforte y el dolor
emotivo se pierda, si no funciona, se que
de todos modos no estoy lejos de la soledad y la autodestrucción.