sábado, 1 de septiembre de 2018

LO QUE QUEDA DEL PASADO

LO QUE QUEDA DEL PASADO

Juan Beat

Hace como un año mandé un mail a la universidad pontificia, supe que Grissa, era parte de la nómina, sentí una extraña compasión de su budismo, y claro, morbo de saber el por qué acabó en ese lugar; yo ya no tengo una muela y un diente, se me rompieron los lentes y uso unas baratijas para alimentar mi voyerismo; mi espalda y coxis no dejan de punzar, los viejos puercos band, presiento nunca regresaremos a tocar ni a ensayar, pero aún así no he caído en los brazos de la religión. Me he separado innumerables veces de mujeres, he dejado de beber por un tiempo, me he masturbado por mi incapacidad de simplemente decirle a una mujer que quiero follarla, me he frustrado por enamorarme de mujeres con el cabello teñido de rojo, descubrí tantas canas en mi cabello, como mujeres que me han dicho que no les agrado; he dejado de comprar cds… e incluso, he dejado de pensar en un buen futuro, pero aún así, nunca me refugiaría en un culto, lo más parecido a rendir pleitesía, es el reconfortante trago de scotch cada noche.

También se me ocurrió mandar ese e-mail por mis sueños constantes con Grissel; debo reconocer que no fui el mejor compañero, ella era solidaria, compasiva y tenía grandes expectativas sobre mi… y no pasó más, la defraude; pero yo seguía necesitando la presencia de Idalia, ha sido lo más cercano a una adicción, amé salvajemente a aquella mujer tan fuerte, tan arrogante, capaz e inteligente, al final, como la “courtney” era muy superior a mi rudimentaria y beatnik forma de llevar la vida. Y desde que Grissel e Idalia se hartaron de mi, supe que no había que crear nunca expectativas.

Mujeres a mi lado fingían su amor y sus orgasmos, yo también mentía, la palabra amor es fácil, es como limpiarse el trasero y dejarlo caer al cesto de basura, pero no pueden reprocharme el empeño en conquistarlas, en canciones, en que mi disfunción eréctil psicológica se revirtiera, no pueden reprocharme hacerlas sentir queridas… ni siquiera Grissa.

La quería lo suficiente como para preocuparme por caer en las “garras de la iglesia”; aún así, no hubiese podido vivir con ella como me lo proponía, casarme e hijos era una locura, mi impulsividad y miedo a estancarme me llevaron a triturar la relación… solo espero que no sea yo el culpable por terminar con su budismo, con sus esperanzas de un hombre “bueno”, yo ya recibí mi merecido. No hubo repuesta al mail desde el primer “send”, el rencor se incrusta hasta en las “almas más nobles”; yo he dejado de sentir odio y enojo a quienes estuvieron a mi lado y me jodieron en su momento, al final se van consumiendo amargamente como yo.