EN EL CAMINO
JUAN BEAT
Alguien
cree que me estoy redimiendo, y puede parecer al encontrar botellas de pet
vacías, que por su puesto no es alcohol, ya no se en que momento me dio por
beber agua embotellada, en que momento me dio por tomar vitaminas y pro-bióticos;
y no es por el vecino que a final de cuentas murió, yo lo sabía, no por ser yo un
tipo que lo sepa todo, pero imagino esas condiciones de no poder hablar, ni
comer, y estar con la mitad del cuerpo paralizado… ¿no es mejor la muerte?
No
me cuido porque quiera, me dio un impulso de responsabilidad moral; ja…
recuerdo días antes de que le diera el derrame cerebral a mi vecino, él me
decía que ya no bebía, solo fumaba y se drogaba ocasionalmente, que desayunaba
bien, y que era un alivio despertarse sin dolores. Yo estaba jodido, con las
manos y los pies entumidos, dolores de cuerpo, nauseas, diarrea, cansado y
durmiendo de más; le conté al vecino y me pronosticó que no podría dejar de
beber, y tuvo cierta razón, aún cuando mi
basura esté llena de botellas vacías de agua, el tinto, la cerveza de
trigo y un par de vasos de scotch no se me escapan, creo que no hay que dejar
de lado el camino…
On
the road, esa novela de Jack Kerouac que fue el descubrimiento de que el
“primer pensamiento es el mejor”; y conforme leí a Kerouac, supe que las
mujeres son destructoras, son como esa mierda que tengo en el estómago que no
deja en paz; sí, así son las mujeres, al menos con las que he pasado tiempo, y
no creo que sea maldad, solo no saben lo que hacen. Y se que no me han amado,
ninguna lo hizo… y como ellas nunca han pensado en que el “amor es un perro
infernal” (sic. Charles Bukowski), no han entendido mis actitudes, mis miedos,
mi maldita forma de relacionarme, ni si quiera mi búsqueda de la muerte; y si
no ha llegado es porque como me dijo un día Juan Manuel ------un buen amigo que
realmente está cerca de la muerte----, la muerte siempre es justa…
Aún
no merezco la muerte, es peor estar en esta sociedad, estoy pagando karmas
horribles… ya mis esperanzas murieron; quizá mis cuidados y mi “santidad” dure
un mes, después regresaré a el camino correcto, es triste saber que aún no
merezco morir.
Tengo
mucha vergüenza de mi vida, pero habrá una señal para dejarlo todo y encontrar
un respiro en una botella de scotch.